jueves, 26 de marzo de 2015

La necesidad de no infravalorar la dimensión de la crisis social en España



Los datos de afiliación a la Seguridad Social muestran que, en febrero o marzo de 2013, el ciclo económico cambia de sentido en España. A partir de esa fecha, se observa una progresiva reducción en los ritmos de caída interanual de la afiliación. Aunque será necesario esperar a febrero de 2014 para que este cambio de tendencia se traduzca en creación neta de nuevos empleos, lo cierto es que el inicio del nuevo ciclo puede situarse en aquellas fechas.

Sería absurdo por tanto negar que nos enfrentamos a una nueva dinámica económica alcista. En realidad, deberíamos alegrarnos de ello, sobre todo porque esta vez parece que unas inadecuadas políticas económicas, en España y en Europa, no acabarán por frustrar las perspectivas de recuperación. Porque eso es precisamente lo que ocurrió, en torno a abril-mayo de 2011, un periodo en el que la evolución de los datos de afiliación permitía vislumbrar una recuperación del empleo para los meses siguientes. Pero, ante la imposición de más medidas restrictivas y de una nueva reforma laboral, aquella primera recuperación iba a verse frustrada. Empezaba la segunda fase de la crisis.

Pero tan absurdo como rechazar la realidad del proceso de recuperación económico sería negar la persistencia de las consecuencias sociales que ha tenido la recesión en España. El cambio de ciclo no ha sacado a España del fondo de la crisis. Aún nos encontramos en ese fondo y es preciso recordarlo. Los siguientes datos ayudan a entender el contexto en el que nos encontramos.

Apenas se ha empezado a recuperar, en términos cuantitativos, el empleo perdido

Los datos de empleo sólo permiten indicar que hemos empezado al salir del pozo. Los datos de la Contabilidad Nacional Trimestral de España muestran que, en el último trimestre de 2014, los puestos de trabajo a tiempo completo en España eran 16,67 millones. Aunque se avanza respecto a los 16,28 millones de 2013, superando levemente los 16,58 de 2012, apenas se ha recuperado algo del grueso del empleo perdido.


De los 3.652.600 empleos equivalentes a tiempo completo destruidos entre el último trimestre de 2007 y el último de 2013, España sólo ha recuperado un 10,7% a finales de 2014. La recuperación del 89,3% del empleo destruido desde finales de 2007 sigue siendo, por tanto, una tarea pendiente. 

Fuente: Contabilidad Nacional de España. INE

Nuestras tasas actuales de crecimiento del empleo no son indicación de ningún liderazgo de país sino del impacto diferencial de nuestra caída durante la crisis

Alegrarse de que volvamos a la senda correcta no significa perder el sentido de las cosas. En el contexto definido por una caída del empleo como la señalada, nada tiene de extraño que un país en fase de recuperación tenga tasas de crecimiento superiores a la de vecinos que han sufrido menos el impacto de la recesión. Eso ocurre en la actualidad en España.

Los datos de Eurostat muestran de forma inequívoca el impacto diferencial de la crisis de empleo en España. En comparación con la ocupación media del último trimestre de los años 2005 a 2007, la cifra registrada por España en el último trimestre de 2014 refleja la pérdida de un 12,8% de la ocupación media existente en aquellos años, sólo superada por el 14,5% del conjunto formado por Portugal, Malta, Chipre y Grecia (Resto de países del Sur).

Pero esta caída contrasta con el incremento del 5,3% de la ocupación durante el mismo periodo en Alemania y en los países de su área de influencia más directa (Austria, Eslovenia y Croacia, Chequia y Eslovaquia, Hungría y Polonia). El aumento del empleo es del 2,6% en el conjunto formado por Francia y los países del norte de Europa (Irlanda, Reino Unido, los países del Benelux y los tres estados escandinavos de la UE). Aunque Italia pierde un 3,3% del empleo en el periodo considerado, la caída no tiene comparación con la de España. Nuestra recuperación no es por tanto modelo para nadie, al menos no por ahora.

                                                                        Fuente: Labor Force Survey. Eurostat

Los indicadores de riesgo de pobreza grave de España son entre cuatro y cinco veces superiores a los de Francia y Alemania. La privación más grave se previene en España dejando descapitalizados a los hogares

Contrariamente a lo que a veces se sostiene, el riesgo de pobreza grave es muy alto en España. Lo pone claramente de manifiesto una comparación de los datos basada en umbrales comparables, por ejemplo los umbrales de riesgo de los países con los que queremos compararnos, ajustados para la comparación con España en términos de paridades de poder de compra (PPC).

Si se toma como referencia el umbral del 40% de la mediana equivalente en PPC de esos países, se constata que España tiene en 2013 una tasa de riesgo de pobreza grave cuatro veces superior a la de Alemania (15,9 frente a 4,2% en términos del umbral alemán) y cinco a la de Francia (15,4% frente a 3% en términos del umbral francés).

          Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la UE-SILC, Eurostat, ECV, INE, y EDSS-ENS, DEPS Gobierno Vasco

Es verdad que la solidaridad social y familiar limita en España el impacto de la crisis, en especial en lo relativo a los problemas de alimentación. Pero también lo es que el mantenimiento del gasto en familias en riesgo se realiza en gran medida con cargo a los ahorros, provocando un alto nivel de deterioro en la situación patrimonial de los hogares en riesgo de pobreza. Un 12,4% de las personas viven en España en hogares que no hacen frente a los pagos a los que están obligados y un 42,6% en hogares que no podrían hacer frente a gastos extraordinarios. Son cifras claramente superiores a las de Francia o Alemania, tal y como puede observarse en el siguiente gráfico.

                                                Fuente: UE-SILC, Eurostat y EDSS-ENS, DEPS Gobierno Vasco

El deterioro de los indicadores de carencia es indiscutible en España y se acentúa en 2014

El efecto del proceso de descapitalización de los hogares es notable durante la crisis. Entre 2008 y 2014, la proporción de hogares sin capacidad para hacer frente a gastos extraordinarios aumenta de 29,9 a 42,6%. El porcentaje de hogares que no afrontan sus pagos y obligaciones económicas frente a terceros aumenta, por su parte, de 8,2 a 12,4% en ese mismo periodo.

En este contexto de descapitalización, el riesgo se traduce de manera inevitable en crisis social. Lo muestran los indicadores de privación material severa. Éstos pasan de un 3,6% en 2008 a un 5,8% en 2012, prolongándose la subida hasta un 7% en 2014. El incremento del bienio 2012-2014 es de los más altos del bienio.

En todos los indicadores considerados, 2014 marca de hecho un nivel máximo en el nivel de impacto de los problemas. La crisis social no ha terminado por tanto, aún sigue en realidad profundizándose. 

                                                                   Fuente: UE-SILC, Eurostat y ECV, INE

Los datos comparados entre Euskadi y el conjunto de España muestran el impacto diferencial de la existencia de un sistema de garantía de ingresos

La euforia que se transmite en la actualidad desde algunos sectores políticos y económicos no sería en exceso peligrosa si sólo reflejara una estrategia de supervivencia y mantenimiento ante la adversidad, a la espera de los resultados de la recuperación económica. Pero sí lo sería si pretendiera negar la necesidad de las reformas sociales.

Una de ellas pasa por la ampliación de las políticas de garantía de ingresos. Los datos de una comunidad en la que se han desarrollado sistemas de garantía de recursos más cercanos a los de Europa, como es el caso de la Comunidad Autónoma de Euskadi, muestran  que han alejado a ese tipo de territorios de la intensidad de la crisis social que ha afectado al resto de España.

A pesar de la recesión, los indicadores del País Vasco se acercan más a Francia y Alemania que a los de España. Así, en lo relativo al indicador del 40% de la mediana, Euskadi se sitúa (con datos de 2014) entre 3,5 y 4 puntos por encima de los de esos países pero no en los alrededor de 12 puntos más de España. A diferencia del conjunto de España, además, el haber apostado por un sistema más desarrollado de protección permite al País Vasco situarse por debajo de Italia en el indicador de riesgo de pobreza grave, a pesar de haber sufrido mucho más intensamente la crisis de empleo que el país transalpino. En términos del umbral PPC de Italia, la tasa de riesgo española de pobreza grave es del 10,6% por 8,3% en Italia. En términos de ese indicador, el riesgo de pobreza grave es sólo del 3,6% en el País Vasco.

En la dimensión más estructural asociada a las carencias, los indicadores de Euskadi resultan incluso mejores que los de los países europeos considerados. Así, la proporción de hogares con problemas para hacer frente a gastos extraordinarios no sólo se sitúa 20 puntos por debajo de la de España (22,5 frente a 42,6%) sino más de 10 por debajo de los indicadores de Alemania o Francia (con cifras de 32,9 y 33,9%).

Garantizar una mínima estabilidad económica a los hogares resulta por tanto una reforma necesaria para que España no se quede atrás en materia social y económica.

Luis Sanzo

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